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Foto del escritorGeyssell de Viaje

Habitando las piedras


Formación Petrea en Parque Nacional Göreme. Cappadocia, Turquía.


A veces entre mas se estropea un plan, mejor salen las cosas. Vine a aprender a pilotear (gracias #Turkishairlines ) en Cappadocia los famosos globos aerostáticos que sobrevuelan Ürgüp. Hablamos de volar como pájaro, en silencio, a menos de medio kilometro de altura sobre la faz de la tierra. Había venido a eso. Había tomado el ultimo vuelo, bajando última del avión y tomado el último taxi en un aeropuerto oscuro. Pero menos oscuro que las dos horas de camino, en la carretera mas íngrima del planeta, hasta mi hotel. Casi no llueve aqui. Y sin embargo, esa media noche, un diluvio bíblico. Se había ido la luz y un taxista que no conocía bien ni el camino ni el destino, ni mucho menos el inglés, era mi esperanza en un mundo con cero bateria en el celular. Sentí un miedo manso. Y eso me asustó aun mas.


La llegada fue peor. El destino era supuestamente un sueño. Un hotel de montaña de los de verdad, donde el hotel está tallado en la montaña, en la piedra misma. Las casas mas antiguas de las historia, que perduran aun (algunas hasta habitadas) y que datan de mas de 8,000 años eran mi jardín de juego por unos dias. Resulta que los edificios que mas han durado no tienen ningún material corruptible como el hierro o la madera. La piedra es piso y también techo. Pero sin luz son la cosa mas escalofriante, mojada. Son hoyos oscuros en la tierra, tallados en elevados promontorios, grandes piedras sin lineas rectas, por todas partes. Y por esas calles camine hasta llegar al hotel, pues no es de los que el taxi te deposita enfrente. Ni el hotel. Ni el pueblo.


Mi cuarto era una cueva enorme con ventana y altos techos. Como cambia el mundo cuando uno entra a las cuevas. En ellas, unas candelas encendidas hacen magia con las siluetas en las paredes. Bailes y contorsiones imposibles con los muebles. Y así pude ver que algunas cuevas son majestuosas, con piscinas, chimeneas, textiles y detalles arquitectónicos en piedra. Me acordé del poema que dice "Cuando llegués a viejo, respetaras la piedra. Si es que llegas a viejo, si es que quedó alguna piedra". El miedo manso dió paso a una tranquilidad que solo la he sentido en este vientre de la madre tierra. Dormí como en los cuentos, soñando que viajaba. Salí con el sol a montar vuelo. Casi una hora de preparativos. Volar globo se aprende haciendo lo que haré el resto de la semana. Estaba azul y vacío el pueblo y mas aun el desierto que lo rodea. Fuimos literalmente a buscar el amanecer. La tierra era oscura y nosotros arriba, bañándonos en el aura. Mas tarde, a la luz del sol, con clima de primavera pasé horas viendo lo que el tiempo le hace a la tierra desnuda. El aterrizaje fue un desastre. Pero cualquier aterrizaje del que todos salen caminando es un buen aterrizaje, misión cumplida. La dormida fue como de otro planeta. Sentí tranquilidad de monja, capaz de orar con la respiración y vi como testigo mudo, como en un sueño, nacía de mi una una mujer que no vuela como los pájaros, sino como el viento.

Les comparto mis fotos favoritas, pero sobró de donde escoger. Y la comida me preguntarán? No hay palabras.





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