Me sentí como en una novela cuando el barco zarpó con su menguante cargamento humano hacia Creta. No los vería mas a ninguno, al menos no necesariamente. Se borró en tierra y a la luz del día, el poema de Neruda que me torturó durante toda la noche en esa nuez entre las olas, el que dice mas o menos: “Geyssell, todo en ti fue naufragio” Igual que Pablo, no sé nadar y me encanta el mar de un modo que el que sabe nadar no conoce: con miedo cuando ni se mueve, con pánico cuando se menea. Estoy en tierra firme y 600 gradas leonesas me esperan hasta mi cuarto, reservado a nombre de Alter Ego. Dado que significa mi otro yo, no tengo de que preocuparme. Al mar le tengo miedo, pero en mi misma si puedo confiar.
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